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Opinión

El gobierno fogonero

En pocos días más se sabrá qué medida decidirán la CGT unificada y las centrales gremiales de centroizquierda para volver a protestar contra la política del gobierno.

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Por Luis Tarullo

Agencia Dyn

La cuenta regresiva está en marcha y en pocos días más se sabrá qué medida decidirán la CGT unificada y las centrales gremiales de centroizquierda para volver a protestar contra la política del gobierno de Mauricio Macri.

El sindicalismo peronista que hasta hace poco estaba atomizado en tres líneas logró rápidamente llevar a su territorio los airados reclamos de los otros sectores.

Así, evitó que los otros grupos capitalicen políticamente el descontento de una porción importante de la sociedad, que se exteriorizó con vigor, por ejemplo, a través de la llamada «marcha federal». 

Envalentonadas, las organizaciones más radicalizadas, encabezadas por las dos CTA, salieron enseguida a anunciar paros y movilizaciones, pero sobre el pucho la CGT les enmendó la plana y, tras una veloz convocatoria a grupos de fuerte convocatoria como el Movimiento Evita, la CCC y Barrios de Pie, logró que el 23 de septiembre se disponga una resolución para todos.

Así, con pericia y experiencia, consiguió centralizar una decisión que podría tener su manifestación en octubre.

De todas maneras, la CGT venía apretando el acelerador con cautela, manifestando en toda ocasión que estaba actuando con prudencia y evitando cualquier reproche, sobre todo de parte del gobierno, habida cuenta de que el diálogo está abierto y de que se están satisfaciendo, aunque morosamente, algunas demandas.

Pero el propio gobierno se está encargando de dotar de argumentos a los sindicatos para enarbolar y llevar adelante las protestas.

Primero, con el propio presidente Macri a la cabeza, la administración explicitó que no era necesario volver a abrir las paritarias para negociar salarios.

El gobierno, en su apuro por desactivar el tema de la inflación que persiste pese a su voluntarismo, olvidó que hay actividades que cerraron acuerdos por un semestre y deben volver a negociar sí o sí. O que la inflación de estos meses ya se devoró los aumentos pactados hace poco tiempo.

Pero como si esto no fuera suficiente, ahora anunció que los cambios en el Impuesto a las Ganancias no serán ni por asomo lo que había prometido en la campaña preelectoral y en el comienzo de la gestión.

A lo sumo, aquellos planes de terminar con el retrógrado impuesto al ingreso llegarían recién hacia el final del gobierno, en 2019.

Sucede que los multimillonarios ingresos al fisco facilitados por este tributo son compartidos con las provincias, por lo que el sistema será entonces difícil de desarmar y reemplazar por otro, según el argumento oficial.

Así, habrá modestas modificaciones y millones de personas deberán prepararse para que sus bolsillos continúen siendo violentados por el Impuesto a las Ganancias durante largo rato.

De tal manera, ya con estas dos cuestiones admitidas por la administración -mantener las paritarias cerradas y Ganancias en altos niveles- , los sindicatos consideran que tienen más que suficientes argumentos.

Y en este caso, increíblemente, los gremios prácticamente no deben mover un dedo para soliviantar a sus bases. El propio gobierno parece el fogonero de la protesta.///

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