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Espectáculos

La marginalidad, otra vez el tema ineludible

BRUNO STAGNARO ESTRENA EL MARTES EN TNT Y EL MIÉRCOLES EN TELEFÉ «UN GALLO PARA ESCULAPIO»
El realizador de “Pizza, birra, faso” y “Okupas” vuelve a la ficción sobre submundos, ahora sobre las riñas de gallos y los piratas del asfalto en el conurbano, en una serie que se verá por diferentes canales.

«Ni con ‘Pizza, birra, faso’ ni con ‘Okupas’ ni con ‘Un gallo para Esculapio’ quise hablar deliberadamente del mundo de la marginalidad; esos paisajes surgieron de la búsqueda estética. Se me ocurrió una historia y empezó a estar teñida por el contexto», dice a este diario Bruno Stagnaro, quien había sido bautizado en 2000 como el director inaugural de una era de ficciones que visibilizaban historias y criaturas infrecuentes en TV. Autor y director de «Un Gallo para Esculapio», sobre las riñas de gallos y los piratas del asfalto en el conurbano bonaerense, Stagnaro dirigió a un elenco encabezado por Luis Brandoni, Peter Lanzani, Luis Luque, Julieta Ortega, Ariel Staltari y Eleonora Wexler. Debuta el martes próximo a las 22 por TNT en Argentina y Latinoamérica y un día más tarde por Telefé y disponible de forma completa en Cablevisión Flow. Dialogamos con él:

Periodista: ¿De dónde surgió la idea de «Un gallo para Esculapio»?

Bruno Stagnaro: Hace doce años iba a escribir a un bar que se llama así. Es la famosa frase que le dice Sócrates a su discípulo Platón antes de morir. Empecé a jugar con esa idea y a imaginar qué historia podría contar, el disparador fue la frase, no una historia.

P.: ¿Recupera el espíritu de «Pizza birra faso» u «Okupas» ?

B.S.: No específicamente, puede haber similitudes en cuanto a la narrativa o que está contada desde el punto de vista de un tipo que empieza a entrar en contacto con un universo que desconoce y que se rige por ciertas reglas delictivas. Narra el periplo de un joven que inicia un recorrido descendente que lo conduce al deterioro. Aquí hay tres grandes focos, el camino de cintura, el mundo de las rutas y por último la zona de Liniers y la convergencia hacia el oeste. En Liniers confluyen varios universos, el boliviano, el africano, la gente de acá, me pareció una convivencia de diferentes mundos muy ricos para explorar, como una suerte de Babel.

P.: Tanto en sus anteriores producciones como en esta historia hay coyunturas vinculadas con la marginalidad ¿fue una búsqueda deliberada?

B.S.: El camino de cintura es un contexto que de algún modo está teñido de cierto grado de crudeza, pero no hay una relación específica con la coyuntura. Más allá de si pienso si hay o no crisis, mi motivación al escribirlo habla más de la parte de atrás de toda gran ciudad, con presencia de despojos y de chatarra. Hay una geografía que habita la serie impregnada de elementos de una vida pasada de esplendor que ahora es un contexto de abandono. Fue una búsqueda estética, el del universo impregnado por óxido y chatarra. Por alguna cuestión azarosa hay cierto grado de coinicidencia entre lo que sucede en la historia de la serie y en el contexto social pero no fue una decisión deliberada.

P.: Sin embargo se lo catapultó como el primer director en llevar historias de marginalidad a la TV, en los albores de la crisis de 2001.

B.S.: La búsqueda con Okupas no era política, no dije ´Voy a hacer un relato que cuente el estallido´. Es inevitable que uno esté empapado por el afuera y cosas que por ahí inconscientemente se canalizan o se captan de lo que está en el aire. Pero nunca me propuse hablar de la marginalidad sino que fue al revés. Como Okupas y «Pizza» transcurrían en la calle terminó siendo inevitable quedar impregnado de lo que sucedía en ese momento.

P.: ¿Cómo fue el trabajo con actores de la talla de Luis Brandoni o Luis Luque?

B.S.: No sentí mucha diferencia de mis otras experiencias previas, ni de parte de ellos ni mía. Cuando con Brandoni o Luque establecimos pautas muy concretas de trabajo, fue todo armonioso.

P.: ¿Con su productora estuvo más abocado a publicidad que a cine o televisión ¿por qué?

B.S.: Después de Okupas varias veces estuve por hacer proyectos, «Invisible» era su continuación pero nos agarró el 2001 y quedó congelada. Después empecé a hacer publicidad y surgió la posibilidad de armar mi productora de contenidos documentales. Hicimos muchos para «Encuentro» y me fui corriendo del tema de ficción, además por una cuestión de auto exigencia si no tenía algo que me pareciera contundente prefería no hacer nada a nivel ficción.

P.: ¿Cómo evalúa la industria cinematográfica nacional?

B.S.: Con bastante preocupación porque siento que es un momento delicado donde hay muy poco trabajo. Es una pena porque en los últimos años hubo un desarrollo importante y gran proliferación de productoras, además se logró un standard de calidad muy alto . En el caso de Encuentro fueron programas que si bien no tenían popularidad porque no estaban en canales abiertos, sí lograron calidad técnica muy alta. Ahora hubo un freno respecto a eso con lo que hay cierta expectativa. En cuanto al cine, estoy un poco corrido, hace mucho no intento hacer un proyecto, quizá después de esto vuelva, pero es un momento delicado, se hace poco.

P.: ¿Le interesaría que «Un gallo» esté en Netflix como «El marginal» o «Estocolmo»? ¿Le atrae esa ventana como difusión?

B.S.: Es un momento de transición hacia nuevas plataformas, con lo que hay más posibilidades de expresión sin que quede todo supeditado a jugadores tan puntuales. De hecho estamos terminando la edición del último capítulo que tiene que estar listo antes de que se lance la serie la semana próxima porque se sube completa a Flow. Son tiempos diferentes.

P.: ¿Ve series? ¿Qué recomienda?

B.S.: Estuve viendo cuando escribía. Intenté aprender algo de quienes saben, por ejemplo, «The wire» o «Mad men» son increíbles desde el guión, tienen una astucia insoslayable, ojalá haya logrado aprender un poco de la síntesis que logran.

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