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Opinión

La política en tercios

Distintas encuestas que se realizaron en el principal distrito del país comienzan a establecer un escenario complicado para cualquier armado político: los tres tercios

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Por Walter Schmidt 

Agencia DYN

«El año que viene, en la provincia de Buenos Aires, no habrá lugar para tres fuerzas políticas; la cosa se dirimirá y polarizará entre dos opciones políticas. Quien no lo entienda así, puede cometer un grave error». La reflexión corresponde a un experimentado operador político del territorio bonaerense, y la perspectiva está relacionada con las elecciones legislativas del 2017 sobre la que todos trabajan pero nadie se anima a confirmarlo públicamente.

Distintas encuestas que se realizaron en el principal distrito del país comienzan a establecer un escenario complicado para cualquier armado político: los tres tercios.

Un tercio correspondería a Cambiemos que, de la mano de la gobernadora María Eugenia Vidal, intentará prolongar la «luna de miel» de los bonaerenses con ella, con el único objetivo de cambiar la conformación de la Legislatura bonaerense poniendo senadores y diputados propios, dejando así de depender del Frente Renovador de Sergio Massa.

Vidal junto a Macri

Obviamente detrás de Vidal estará el presidente Mauricio Macri, que necesita de la provincia que equivale a casi el 40 por ciento del electorado nacional para ganar en bancas en el Congreso nacional, pero además, porque las elecciones tendrán como eje la gestión del macrismo desde diciembre del 2015. El oficialismo quiere que Cambiemos gane a nivel nacional y ese es un desafío que, de cumplirse, cambiaría la matriz política.

«Vidal va a jugar, pero quien jugará es la cabeza de este gobierno nacional que es Mauricio Macri», repiten una y otra vez en la Casa Rosada. En la sede gubernamental también saben que el Conurbano bonaerense, que equivale al 67 por ciento de la provincia, es crítico de la gestión macrista y deberán hacer lo necesario para cambiar esa opinión de los habitantes de esa populosa franja.

En el gobierno, además, hay un interés particular por romper el «contrato» con Massa, y dejar de depender del ex intendente de Tigre, tanto a nivel provincial como en el Congreso nacional.

Kirchnerismo pejotista

El segundo tercio lo tiene, para sorpresa de muchos, el kirchnerismo pejotista. Una convivencia (peronistas ortodoxos y kirchneristas) que difícilmente se dirima antes de los comicios porque ambos sectores saben que se necesitan para hacer una buena performance. «Si no hacemos ninguna macana, ese tercio lo mantenemos con Cristina (Fernández) o Daniel (Scioli). Pero si nos dividimos, ahí si nos va a ir muy mal», admiten en el peronismo, los masa ávidos por enterrar al kirchnerismo como corriente política, aunque al parecer la tarea quedará para mas adelante.

Este es el rival que mas le atrae a Cambiemos. En el oficialismo quieren revalidar la pelea Vidal vs. Aníbal Fernández, con Cristina Kirchner o Scioli como rivales e imputados y/o procesados en distintas causas por corrupción o lavado de dinero.

«Ahí el papel de Lilita Carrió va a ser fundamental», dice un diputado oficialista. Se refiere a las «carpetas» que Carrió y su equipo están armando con el prontuario de muchos de los intendentes «históricos» del Conurbano. Además, la chaqueña es la que impulsa, sin éxito judicial pero con un importante rebote mediático, la causa por supuesto lavado de dinero contra Scioli.

Carrió también tiene en la mira desde hace tiempo a Massa, dueño del tercer tercio. Al jefe del Frente Renovador le endilga distintas acusaciones respecto de su rol como jefe de Gabinete de Cristina Fernández o tratando de vincularlo con algunas causas por narcotráfico. Por el momento, sin ningún éxito judicial pero a los efectos de una campaña electoral, este tipo de operaciones a veces daña y otras no.

Derrota por sospechas

Cuando en el 2005 el kirchnerismo y Alberto Fernández deslizaron sospechas sobre el desaparecido Enrique Olivera sobre supuestas cuentas en Suiza, la alianza de Olivera con Carrió para gobernar la Ciudad de Buenos Aires perdió a manos de Aníbal Ibarra, que fue reelecto en su cargo como jefe de Gobierno porteño. Cuando el kirchnerismo intentó vincular a Francisco de Narváez con el narcotráfico, el electorado no compró la historia y «el Colorado» terminó venciendo la candidatura testimonial del mismísimo Néstor Kirchner en el 2009.

Pero el problema de Massa, básicamente, reside en otros aspectos. En primer lugar, jugar o no jugar en los comicios. Algunos le recomiendan no hacerlo, para no correr el riesgo de una derrota (el segundo o tercer lugar lo es) y poner en duda su proyecto presidencial 2019. Ocurre que en la teoría de los tres tercios, si Cambiemos crece solo puede quitarle votos a Massa, no al kirchnerismo.

Debe jugar

Otros, en cambio –y en eso coinciden en el peronismo ortodoxo- sostienen que «Sergio no puede no jugar, porque el Frente Renovador renueva muchas bancas nacionales y provinciales obtenidas en el 2013 y sin él, con Margarita Stolbizer sola, por ejemplo, disminuiría mucho y podría desaparecer. Además, como ocurrió en 2013, el ganó y se convirtió en presidenciable. Si no juega, estará muy complicado».

Ahora bien. Si el Gobierno llega a los comicios golpeado porque la economía no crece, es muy factible que Massa termine siendo el verdugo de Macri, y allí si, el tigrense, podría erigirse en el verdadero referente de la oposición, con un pie en el peronismo.

Teniendo en cuenta el «falta mucho», frase que últimamente suele dar por terminada cualquier charla política, aún no está claro quienes polarizarán en la provincia de Buenos Aires. Lo que sí parece despejarse es que serán dos las fuerzas y no tres las que competirán con chances.///

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