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Opinión

Lo que enseña Portezuelo

El proyecto hidroeléctrico Portezuelo del Viento prevé construir, sobre el río Grande,  una presa y una planta hidroeléctrica capaz de generar más de 200Mw de energía, además de 251 kilómetros de línea de alta tensión para acoplarla al sistema interconectado nacional.

Una enorme obra de ingeniería, pero además, un gran avance de la buena política, la política que transforma realidades, construye soluciones y proyecta oportunidades.

Después de ocho años de inacción, apenas asumió el gobernador Cornejo inició con fuerza las gestiones para obtener lo que le corresponde a la provincia, al mismo tiempo que se empezó a trabajar para concretar el estudio de impacto ambiental que el convenio impone a Mendoza.

En los últimos días, se han iniciado los estudios correspondientes que evaluarán todas las alternativas y modificaciones que pueda producir la concreción de Portezuelo, además de acordar la relocalización de los moradores de las zonas aledañas que se verán afectados y, por otra parte, el Presidente de la Nación decidió a favor de la realización de la obra frente a los reparos para que no avanzara.

De este modo, se iniciará en el sur mendocino una obra de más de 700 millones de dólares de inversión que significará la creación de 5.000 puestos de trabajo directos y unos 20.000 empleos implicados directa e indirectamente al proyecto, revitalizando la economía de la región. Será esta, la mayor obra de infraestructura de las últimas décadas que Mendoza recibirá terminada y que apenas comience a generar energía representará mayores ingresos por regalías.

Esta cadena de gestos, decisiones y avances demuestra que en 2015, cambiaron no solo los gobiernos, sino también los métodos de la política.

Mientras hasta entonces regía la norma de un Gobierno Nacional que condicionaba y amenazaba y un Gobierno Provincial que asumía con sumisión y entrega una posición obediente; ahora desde Nación y Provincia, el diálogo y la búsqueda de acuerdos se impone en una relación de gobiernos abiertos a poner por encima de sus intereses, la agenda común de los ciudadanos.

El logro no hace más que ratificar que el cambio que está en marcha, la vuelta a la racionalidad y la previsión, es el camino del progreso; que ni la confrontación irracional ni la sumisión, por razones partidistas o personales, por desidia o afán de protagonismo, aportan al progreso colectivo.

Pero además, un cambio de paradigma federal. Hasta hoy, vivimos una relación de toma y daca con La Pampa, como si un juego de suma cero enmarcara los intereses de dos provincias vecinas que tienen muchos más intereses en común que diferencias por saldar.

El laudo del presidente, es ilustrativo al respecto, no laudó contra La Pampa ni contra los intereses pampeanos, laudó a favor de una obra que beneficia al país en cuanto a la generación de energía y la magnitud de la inversión, y beneficia en particular a dos provincias que podemos, a partir de Portezuelo, plantear una solución estructural a la falta de agua del Atuel: el trasvase del Grande.

Veremos, en los próximos meses, la puesta en marcha de una aspiración de más de 60 años, fruto de un trabajo técnico serio y dedicado y una gestión política basada en la negociación pensando en los intereses del pueblo y el diálogo superador de diferencias.

Tan importante como las consecuencias económicas que tendrá la construcción de Portezuelo del Viento es el inicio de una nueva forma de hacer política y de pensar el país, priorizando el trabajo conjunto de todos los funcionarios que fuimos elegidos para representar intereses de sociedades y no de partidos y la propensión a una política más austera, sin shows grandilocuentes y con resultados concretos y beneficiosos para todos.

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