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Política

Mauricio Macri despliega una agenda diplomática que privilegia el pragmatismo político y el comercio exterior

Hiperactivo, Jorge Faurie caminaba con su conocida velocidad por el lobby de un hotel cinco estrellas de Nueva York. Se detuvo a saludar y sonreía con gesto triunfal. Mauricio Macri había terminado un desayuno de trabajo con treinta representantes del poder económico de Estados Unidos y mantenía una reunión a puertas cerradas con un CEO regional que estaba preocupado por la ley tributaria que aumentaba ciertos impuestos internos de su empresa multinacional. «Qué desayuno. Impresionante», caracterizó el canciller argentino a este periodista.

—¿No están dejando de lado, por ejemplo, la situación de los refugiados o el cambio climático?—, preguntó Infobae.

—No, para nada. Pero somos pragmáticos. Antes íbamos a las Naciones Unidas, y nos decían qué capacidad intelectual tienen ustedes, y nosotros sonreíamos halagados…

—Eso está bien…

—Sí. Pero no crecíamos en la economía, no hacíamos negocios con el mundo. Eso es lo que estamos cambiando—, remató el canciller antes de salir del hotel para enfrentar el frío otoñal en Manhattan.

La posición de Faurie quedó demostrada en una jugada de diplomacia secreta que avanzó durante la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC), se desarrolló en la última sesión de la Asamblea de Naciones Unidas (ONU) y fue coronada por Donald Trump en Washington. Puro pragmatismo político que Macri aplica para relacionar a la Argentina con la agenda global. En un puntilloso malabarismo diplomático, el Presidente vinculó el status jurídico de la ciudad de Jerusalén con una decisión comercial de la Casa Blanca que estaba negociando desde su viaje a DC.

Argentina siempre apoyó las resoluciones de la ONU respecto al status especial de Jerusalén, que implicaba respaldar el diálogo interreligioso y facilitar la convivencia entre Israel y Palestina. El 6 de diciembre pasado, quebrando un trayectoria histórica de 70 años, Trump decidió reconocer a Jerusalén como capital de Israel en una movida geopolítica que fue rechazada en todo el mundo. Ese día, la cancillería argentina emitió un comunicado oficial ratificando «su posición en favor de una solución de dos Estados conviviendo pacíficamente, en forma respetuosa, reconociendo las fronteras de 1967 y el estatus especial de Jerusalén de acuerdo a sucesivas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas».

 

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