Periódico independiente de la provincia de Mendoza

Opinión

Sarmiento inagotable

Por Rogelio López Guillemain

NOTA I
Polémico, irónico, mujeriego; amado y odiado por igual este genio sanjuanino, con sus aciertos y errores fue uno de los personajes más importantes de nuestra historia. Nació el 15 de Febrero de 1811 en San Juan, sus orígenes humildes no le impidieron aprender a leer de corrido a los 4 años y con esa sola herramienta y su tenacidad convertirse en un prócer.

A los quince años fundó su primera escuela en San Francisco del Monte de Oro (provincia de San Luis). Fue maestro, almacenero, escenógrafo, minero, mozo, chacarero, subteniente de milicias, escritor, periodista, senador, ministro, director general de escuelas, sociólogo, diplomático, gobernador, y presidente de la Argentina. En su primer exilio en Chile, a los 20 años, tuvo una hija, Ana Faustina (que se casó con Julio Belín y tuvo un hijo, Augusto Belín Sarmiento). Ella lo acompañó en sus últimos días.

En su segundo exilio, escribió en una montaña de la cordillera, en francés “Las ideas no se matan” en alusión a la persecución despótica que sufría por parte de los caudillos. Ya en Chile, Sarmiento se casó con Benita Martinez Pastoriza, una viuda de la sociedad chilena, y adoptó a su hijo Domingo Fidel, más conocido como Dominguito, que murió en la guerra contra Paraguay. Ocupó la presidencia de la Nación en octubre de 1869, sin el apoyo oficial, sin partido político propio, con un carácter agrio e incapaz de ceder un ápice en sus convicciones con los opositores, a quienes trataba con desprecio; fundamentó su candidatura en su honradez intelectual y su independencia. Para analizar su tarea en el ejecutivo debemos conocer en qué condiciones recibió al país: Nos encontrábamos en guerra con el Paraguay, la que concluyó en 1870. La misma trajo aparejado un gran endeudamiento, el retiro de las milicias que controlaban a los indios en la frontera interior con el consiguiente aumento de malones, falta de mano de obra por la conscripción, miles de huérfanos y viudas, y probablemente originó la epidemia de fiebre amarilla que padeció Buenos Aires. Se produjeron numerosos levantamientos de caudillos del interior.

Esto ponía permanentemente en peligro la vida institucional del país y consumía ingentes recursos humanos y económicos. Las relaciones exteriores con Uruguay, Chile, Brasil, Bolivia, España, y el Vaticano, estaban, o bien suspendidas o en pésimas condiciones.

En 1871 Buenos Aires padeció la peor catástrofe de su historia: la epidemia de fiebre amarilla que cobró la vida de más de catorce mil personas, el 7% de la población de la ciudad. Por este desastre mandó a habilitar el cementerio de la Chacarita. En 1869 se realizó el primer Censo Nacional: vivían en el país 1.836.490 personas, el 31% habitaban Buenos Aires, el 8% eran europeos y solo el 5% indígenas. El 75% vivían en ranchos de barro, el 71% era analfabeta, habían 80.000 huérfanos y 60.000 viudas. Se censaron 2.000 docentes, 500 médicos, 400 abogados y 200 ingenieros.

En este contexto, un verdadero caos, un país analfabeto, despoblado, sin recursos económicos, en guerra, y enfermo, Sarmiento produjo avances importantísimos en diversos campos, afianzando la vida institucional del país, normalizando las relaciones exteriores con los países vecinos y el Vaticano, promoviendo la educación como el único camino para que los habitantes salgan del estancamiento y la pobreza, profesionalizando a los militares, intensificando la construcción de ferrocarriles, combatiendo a los grandes terratenientes con proyectos minifundistas como el de Chivilcoy, estimulando la inmigración, organizando la estructura jurídica del país con la sanción del Código Civil y las modificaciones del de Comercio y del Código Militar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *