EL DIÁLOGO, UNA NECESIDAD IMPERIOSA
En el Libro de la Política, los Griegos explicaban que el nombre es político por que está dotado de leguaje.
Es imposible concebir la política sin oradores sabios y obtusos, necios y dictadores, democráticos y anarquistas, pero siempre utilizado el lenguaje.
Para ser buen político no alcanza con ser bueno, aunque tampoco es suficiente con dominar el arte de la palabra.
El Presidente Alberto Fernández no es, precisamente un pensador de la política.Tiene los modos discursivos del operador político, finge complicidad, busca negociar, chicanea y/o amenaza.
Sin capacidad de decisión, el Jefe de Estado se ve obligado por efecto de la pandemia y por su propia incapacidad, a utilizar medios y redes sociales.
En pocas palabras, el Presidente Alberto Fernández no detenta en poder real, navega entre sus espantos y sus enemigos internos, que lo llleva a convertir a la Argentina en una Venezuela.
La oposición, con incapacidad de reacción y jugando a ver caer al gobierno, nos lleva a ser una Mozambique.
El Presidente confirma a los mismos dirigentes sindicales que han llevado al atrazo más atroz,con un país que muestra 6 millones de personas que viven del subsidio del Estado, con 40 % de pobres, de los cuales casi el 50% son menores de 18 años y niños.
Repetimos permanentemente recetas de fracasos pasados, como el cepo al Dólar y el consiguiente desguase de las finanzas.
Este país necesita volver a ser creíble, a ser una Nación para el desarrollo social y económico del hombre, para lo cuales imprescindible tomar políticas de estado, como reformar las leyes laborales, abrir la economía, dejar de pensar que los dólares de las exportaciones y los dólares de las importaciones son del Gobierno.
Los dólares, como en cualquier país serio, son de los empresarios. Y el Gobierno debería controlar la emisión monetaria, incluyendo al dólar ahorro y para inversión y achicar considerablemente el elefante blanco que es el Estado Nacional, Provincial y Municipal.
De esa forma, bajarían y se achicarían los impuestos, con leyes laborales no habría necesidad de echar a los trabajadores sino que se cuidarían en cada puesto de industria, comercio y producción.
Sin embargo son solo pensamientos que son la base de pensar políticas necesarias para salir de la pandemia.
Pero Alberto Fernández mantiene su centralidad a fuerza de generar constantemente acontecimientos comunicacionales. No puede hacer otra cosa.
Poca acción para un gobierno sin planes, con el agravante que tenemos dos años más en un Estado que piensa en su autopromoción, y en realidad tiene en sus manos la vida, las libertades, los derechos y los bienes de millones de argentinos.
Héctor Ariño
Periodistaobsrvador@yahoo.com.ar.