Periódico independiente de la provincia de Mendoza

Opinión

El argentino hizo fuerte defensa de su universidad pública

Si hay algo que le debería quedar en claro a la administración de Javier Milei, es que la población de nuestro país no permitirá que se avasalle lo más importante que tiene Argentina, su educación y su universidad públicas.

El martes 23 de abril quedará como un hito muy fuerte en la historia nacional, por la respuesta contundente de miles y miles de personas colmando las calles de todas las ciudades del país. Inexpugnable vallado humano que se dio al avasallamiento que acomete el gobierno central con la grosera motosierra sobre todo que implique compromiso del estado. En este caso con la universidad pública consagrada por la constitución de nuestro país.

Empecinado con el famoso déficit cero, que solo él entiende y que a la gente solo le produce mucho pesar, como única comprensión del tema, el despeinado presidente detuvo caprichosamente el sustento económico de la universidad pública, haciendo tambalear su supervivencia y el ciclo lectivo de sus pilares fundamentales: facultades, centros de estudios científicos, colegios primarios y secundarios, hasta hospitales que dependen de ellas. Colocándolas a todas en el foco de los que no saben o entienden nada, que allí se produce la máxima corrupción del país, como para justificar lo injustificable, el cierre despectivo de las mismas.

El presupuesto 2023 de las universidades públicas fue confeccionado entre los meses de octubre y noviembre del 2022, la inflación con su incontrolado paso, arrasando con todo, carcomió por completo los montos asignados a cada universidad de todo el país. Un punto que la administración libertaria lo sabía y lo sabe muy bien, sin embargo, la locura de cercenar toda responsabilidad de ese estado que pretenden aniquilar hizo que continuaran con el oscuro objetivo. No esperaban la reacción contundente de la gente y mucho menos de los jóvenes, que ellos creen compradas sus voluntades. Entonces, apareció la famosa auditoría, colocando con saña el foco atencional en los fondos que reciben las casas de altos estudios. Punto, que también cayó por el peso de la honestidad de la mayoría de las administraciones universitarias y dejando en claro que la corrupción kirchnerista que allí también hizo su incursión, fue puesta en evidencia en su momento por denuncias específicas y el arduo trabajo de la Auditoría General de la Nación, con la titánica tarea de Leandro Despouy. Quedando en el campo de la justicia, la investigación que tanto tarda en llegar para juzgar a todos los responsables de robar en el templo de la educación.

La universidad pública, no se toca. Intentar hacerlo hizo temblar al gobierno nacional, como no había sucedido en el país desde los tiempos inmemoriales de las luchas estudiantiles. El estandarte del sacrificio de millones de argentinos para que sus hijos sean esos profesionales que necesita el futuro del país, el prestigio nacional ganado en el tiempo en el escenario mundial y esas preseas doradas que el Premio Nobel supo distinguir de nuestro sistema universitario público como: Carlos Saavedra Lamas, Luis Federico Leloir, Cesar Milstein, Bernardo Houssay y Adolfo Pérez Esquivel, es la contundente dirección que todos asumimos hace muchas décadas y que nadie, en nombre de una libertad desconocida, va alterar y mucho menos va a quitar del camino de grandeza de Argentina.

Daniel Gallardo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *