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Política

Javier Milei, el «fenómeno barrial» que va por todo

Desde Davos al Congreso, la figura del presidente volvió a demostrar que las categorías tradicionales no sirven para analizarlo. Los cambios que faltan y dónde está el verdadero poder.

Por GABRIEL ZIBLAT
21 de enero de 2024

Javier Milei sigue descolocando. Ya no solo a los argentinos; ahora también al mundo. Su presentación frente a los dirigentes y empresarios en el Foro Económico de Davos volvió a dejar en claro que no es un presidente que se pueda analizar bajo la óptica de los parámetros tradicionales. Y en ese sentido, anticipar cómo puede desarrollarse su gobierno se torna un desafío prácticamente imposible.

El idioma de Milei es otro. Sus seguidores lo idolatran, diga lo que diga. Sus detractores lo odian, diga lo que diga. El resto vive entre la incertidumbre, la expectativa y el desconcierto. Sea en Davos o en el Congreso.

En la pequeña ciudad suiza, Milei demostró que en algo se parece a Cristina Kirchner. Hay un mismo razonamiento entre el “vamos por todo” que supo decir en su momento la entonces presidenta y el “vamos a plantar las ideas de la libertad en un foro que está contaminado con la agenda socialista 2030″ del libertario. Ninguno de los dos titubea frente a su objetivo.

Milei no piensa ni actúa como un político tradicional. Le escapa a la moderación y lo políticamente correcto. Y tiene su ideología libertaria como un faro que guía sus pasos. Solo así se entiende la vehemencia con la que le planteó al público en Davos que “occidente está en riesgo” por decisiones de muchos de los que estaban ahí sentados. Un osado que busca viralizar sus ideas.

Aterrizó en Suiza leyendo el libro “El manifiesto austrolibertario”, de Pol Victoria. Una especie de contra al clásico comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. En la bajada deja en claro de que viene: “Menos Estado y más sociedad: la eterna batalla entre la tiranía y la libertad”. Cualquier similitud con los conceptos planteados ante el Foro no son pura coincidencia.

Pragmatismo ómnibus
Esa misma lógica, de no pensar ni actuar como político tradicional, generó muchas dudas sobre la capacidad de negociación en el Congreso para aprobar la ley ómnibus. Esta semana, cuando las conversaciones parecían empantanarse, apareció el principio de acuerdo.

Martín Menem y Guillermo Francos, interlocutores habituales con legisladores y gobernadores, recibieron un respaldo clave. Santiago Caputo, asesor presidencial, se hizo presente en el Congreso para sellar los acuerdos. Un gesto que varios diputados tomaron en cuenta para pensar dónde está el verdadero poder. “Rogelio (Frigerio) y Emilio (Monzó) te cerraban todo ellos en la época de Macri”, reflexionó un opositor que empieza a entender cómo es el nuevo esquema de poder. Con Milei y Nicolás Posse volviendo de Europa, la figura de Caputo se posicionó como una de las voces autorizadas para definir.

Así como en Davos fue pura ideología, en el Congreso empieza a pesar el pragmatismo. En lo económico ya se aceptaron cambios. La fórmula de movilidad jubilatoria quedará igual o se especificará una nueva; las retenciones de economías regionales vuelven a cero; las emergencias que delegan facultades se moderan; y se limitan las empresas a privatizar y el método; entre otros más de 100 cambios.

Y las modificaciones no se acaban en lo económico. Incluso en lo cultural La Libertad Avanza viene, en principio, aceptando cambiar. “Tenemos consenso con los otros bloques menos los K en que la Defensoría debe desaparecer y con eso seguir manteniendo INT, Incaa y FNA”, sostiene una voz parlamentaria. Se refiere a la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, que es lo que cerraría, y al Instituto Nacional del Teatro, el de cine y el Fondo Nacional de las Artes, que se mantendrían con sus presupuestos hiper limitados.

Ahora la Cámara de Diputados entra en el momento más trascendental. La oposición dialoguista sigue esperando que llegue el borrador de la ley ómnibus modificada. Así verán si los negociadores cumplen con lo acordado o empieza el naufragio de la iniciativa oficialista. Es que ya sabe que sin cambios, no hay ley.

El objetivo de máxima de los libertarios es tener dictamen el lunes para sesionar el martes. Desde la oposición prefieren primero concretar los acuerdos, y después apuntan a dictaminar el martes y sesionar el jueves. El miércoles está el paro y la movilización convocada por la CGT y no va a haber sesión aunque más de uno quiera.

En el universo mileísta disfrutan catalogando, de manera irónica, a Milei como un “fenómeno barrial”. Bromean a aquellos dirigentes y periodistas que durante mucho tiempo catalogaron así al crecimiento del libertario en la política. Hoy, cada vez que su figura atraviesa fronteras, vuelve a replicarse el comentario en redes. Esta semana que pasó, con la exposición en Davos y sus repercusiones, no fue la excepción. Ya sea con los mensajes de Donald Trump o de algún dirigente de menor calibre, el “fenómeno barrial” aparece en cada respuesta.

Por estos días, si cierra el acuerdo en el Congreso, Milei puede llegar a tener la aprobación de la ley ómnibus con más de 140 votos en Diputados (si se suman votos de gobernadores del peronismo alejados de Cristina). Es un número que generaría un fuerte impacto de apoyo político. Un número que demostraría que el fenómeno barrial también sabe hacer política. Y que dejaría expuesto que el pragmatismo y la ideología pueden convivir y tiene cada uno su momento. Porque así se mueve el fenómeno barrial, que va por todo en todos los frentes.

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