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Sociedad

La historia de la misteriosa casona de Guaymallén

“En esta casa vivió durante un tiempo el doctor Humberto Notti que era hermano de mi mamá” dijo Raúl Cantú, actual propietario de la vieja casona de Bandera de los Andes al 2250, en Nueva Ciudad, departamento de Guaymallén.

La mansión es bella y generó la admiración de centenares de personas que durante años pasaron por el lugar. Aunque hay un cuidador, la casa se ve vacía desde hace mucho tiempo. Con el paso de los años se convirtió en leyenda.

“El chalet fue construido en 1.900 por un coronel retirado o un almirante y mi padre, Cantú, la compró en 1930. Desde ese momento hasta nuestros días la casa es nuestra. Actualmente estamos en el trámite sucesorio y esperamos ver qué decide el juez porque nuestra intención es venderla”.

En su momento era la “puerta de entrada a la ciudad de Mendoza” cuando el tránsito principal a nuestra capital era por el carril Bandera de los Andes, inicio de la ruta 7 hacia Buenos Aires.

En su época de esplendor,sus pisos de parquet brillaban como la platería y los vidrios de sus ventanas. Fue el centro de una vida familiar muy rica y divertida.
Pero con los años y el hecho de parecer deshabitada, por el barrio se fueron extendiendo varias versiones acerca de los «espíritus» que moraban en ese terreno, ya que los vecinos aseguraban escuchar ruidos extraños por las noches.

Cantú rechazó enérgicamente las versiones sobre misterios en la mansión y destacó que “en nuestra familia éramos cinco hermanos y junto con nuestras cuñadas y primos llenábamos la casa”. Recordó que allí “festejamos cumpleaños y varios casamientos”.

“En esta casa vivió Humberto Notti -el médico al que el hospital infantil más importante de Cuyo le debe su nombre y que se ubica cuadras más abajo por la misma arteria- después de recibirse de médico en Buenos Aires. Él era hermano de mi mamá. Nosotros somos Cantú-Notti”.

La mansión fue construida con el estilo ecléctico que en arquitectura fue una tendencia artística y que mezcló elementos de diferentes estilos y épocas. Se manifestó entre 1860 y finales de 1.920.

El frente tiene un ancho de casi 50 metros, está cerrado por media pared sobre la que montaron unas rejas llamativas que un hombre del barrio dijo que “fueron hechas en el exterior”. Frente a la mansión hay un jardín inmenso, hoy descuidado, lleno de hojas secas y árboles vigorosos. También hay plantas y algunas flores.

A lo lejos se ve la entrada principal a la que se llega después de una breve escalinata muy elegante. La puerta enorme muestra el paso del tiempo porque no le queda nada de su antiguo lustre: marrón oscuro sin brillo.

Otra escalera que tiene un diseño parecido a las figuras de Antoni Gaudí llevan a otra puerta que está al costado del portal principal y después sube al primer piso.
Ventanales altos más que anchos, cortinas rotas y viejas se alcanzan a ver desde la vereda.

A un costado de la casona y frente a un segundo portón de entrada, se levanta un cobertizo mediano para dos autos. Uno de los espacios está vacío y su cortina metálica medio levantada. En cambio, el otro espacio muestra la cortina metálica que cae sobre la cola de un auto antiguo, color negro. Finalmente Cantú develó el misterio y explicó que “es un Ford modelo 46 que lo compró mi mamá que simplemente era dueña de casa dedicada a sus hijos”.

La casona fue construida hacia el costado izquierdo de la propiedad y del otro lado dejaron un espacio que ocupan plantas, un parral y algo que se parece a una góndola. Como la propiedad es muy grande se ven numerosos olivos en los fondos de la casona.

Sin dudas que el lugar y su entorno son parte de la historia de Guaymallén. Por los méritos propios de una casona que hace 117 años que fue construida y porque enfrente de ella se levanta una escuela centenaria, la “Provincia de Córdoba”, la antigua Nacional N° 23. A ella asistió nada menos que Hilario Cuadros, representante histórico del folclore cuyano

Por Oscar Tapia.

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