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Lo que nos dejó 2017: Hollywood en crisis, serie adictos y grandes shows

El fin de una era. Pensamos que era lo peor que podía pasarle a Hollywood. Que un error en los premios Oscar, nada menos que a la hora de entregar el galardón a la mejor película, sería el punto más bajo del año para la industria del cine norteamericana, que solía ser la más aceitada y precisa máquina del mundo del entretenimiento. Hasta que dejó de serlo, y ya no por una torpeza de los contadores encargados de entregar los sobres en los premios de la Academia. Esa confusión, que hizo que por un algunos minutos La La Land le usurpara el lugar de la mejor película del año a Luz de luna, pareció una tragedia ¡Cuánta ingenuidad!

Con la perspectiva que dan el paso del tiempo y el completo derrumbe de la pátina de brillo y glamour de Hollywood, ahora se sabe que el verdadero punto de inflexión llegaría en octubre, cuando The New York Times publicó una investigación periodística que reveló los abusos y acosos sexuales cometidos por el productor Harvey Weinstein a lo largo de varias décadas. En pocos días, el muro de silencio empezó a resquebrajarse, cuando las esquirlas de las denuncias lo impactaron con una contundencia directamente proporcional a los años en que fueron acalladas, descartadas y escondidas bajo las mullidas alfombras rojas.

Entre las víctimas del otrora poderoso productor estaban empleadas, aspirantes a actrices y muchas intérpretes ya reconocidas como Rose McGowan , Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie, Ashley Judd, Asia Argento, Mira Sorvino y Daryl Hannah. A Weinstein se sumó en el escarnio público Kevin Spacey , acusación que demostró tener consecuencias inmediatas y muy visibles. Ante la publicación de una entrevista con el actor Anthony Rapp en la que contaba que Spacey lo había acosado sexualmente cuando era un adolescente, Netflix decidió que House of Cardsse quedara sin su protagonista/símbolo y el director Ridley Scott lo borró de su película Todo el dinero del mundo.

Serían las primeras reacciones ante una situación que muy rápidamente demostraría tener un alcance mucho más amplio y profundo de lo que se imaginaba. O de lo que muchos se animaban a admitir. Es que por todos los casos denunciados también aparecieron quienes durante años fueron cómplices de las prácticas de abusos y manipulación.

Desde George Clooney, Quentin Tarantino hasta Meryl Streep , todos debieron referirse al tema y explicar que sus décadas de silencio y de pública amistad con Weinstein se debían al desconocimiento sobre sus conductas y no a la complicidad. Una defensa que en muchos casos fue desmentida por las involucradas y que en otros sonaba más a un sálvese quien pueda que a verdadera autorreflexión. Un instinto de supervivencia provocado por el inesperado y necesario cambio de paradigma, un quiebre del estado de las cosas tan radical que aún es imposible calcular qué formas asumirá a la larga, aunque la lista de proyectos cancelados o reimaginados al ser tocados por el escándalo sigue creciendo día a día.

Hollywood tiene una historia repleta de quiebres internos, pero ni el final del cine mudo, ni la caída del sistema de estudios o el ascenso de la TV pueden compararse con el cataclismo que enfrenta por estos días. Este año será recordado en Hollywood como aquel que comenzó con un papelón que quedó apenas en anécdota, después de que el secreto a voces de la misoginia en la industria cultural con más influencia del planeta se transformara en un grito, en miles. En un movimiento sin vuelta atrás.

 

 

 

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