Periódico independiente de la provincia de Mendoza

Opinión

LOS VOTOS SIN BOTAS

Las últimas presidenciales de Ecuador parecieron confirmar una tendencia en Sudamérica: las hegemonías están acotadas. Un 60% de los gobiernos de la región surgió de segundas vueltas en las que se peleó voto a voto.. La fórmula Dilma Rousseff-Michel Temer gana la reelección en Brasil en segunda vuelta con el 51,64 por ciento de los votos, sobre el ­binomio Aécio Neves-Aloysio Nunes, que queda en 48,36. Traducida en votos, la diferencia de 3,28 puntos porcentuales supuso 3.459.963 sufragios, para una población total de más de 200 millones de habitantes.

El tono de los resultados brasileños, los más apretados en ese país desde el regreso de la democracia en 1985, se replicaría luego en otros comicios de Sudamérica.

Así, en noviembre de 2015, Mauricio Macri ganó el balotaje en Argentina con un 51,40 por ciento de los votos frente al 48,60 de Daniel Scioli. La diferencia quedó en 2,8 por ciento o 602.507 sufragios.

En junio de 2016, Perú batiría récords en lo que a contiendas reñidas se refiere, cuando Pedro Pablo Kuczynski o “PPK” se quedó con la segunda vuelta y la presidencia del país al lograr el 50,12 por ciento de los votos, contra el 49,88 de Keiko Fujimori. La distancia entre ambos candidatos fue de apenas 41.057 votos, que terminaron de contarse casi una semana después, lo que prolongó el suspenso no sólo entre peruanos.

Y hace sólo dos semanas, Ecuador inscribió el último de los balotajes apretados de la región, con el triunfo de Lenín Moreno sobre Guillermo Lasso. El candidato de Alianza País cosechó el 51,15 por ciento frente al 48,85 de su rival, al que superó por 226.596 votos.

“El desafío es poner al día las instituciones”

El candidato opositor ecuatoriano, basándose en recuentos propios y en un sondeo a boca de urna, no reconoció aún la victoria de su rival e impugnó los números del Consejo Nacional Electoral. Sin embargo, la OEA y todos los gobiernos de la región reconocieron a Moreno como mandatario electo y sucesor de Rafael Correa desde el 24 de mayo.

En cualquier caso, el triunfo de Moreno distó mucho de aquella victoria que Correa logró en ­primera vuelta y con el 57,17 por ciento de los votos, cuando se ­presentó para su reelección en ­febrero de 2013.

Algo similar ocurrió hace cuatro años en Venezuela, uno de los dos países, junto a Paraguay, que no tienen balotaje en su sistema electoral. En octubre de 2012, Hugo Chávez lograba su re-re-reelección frente al candidato de la Mesa de Unidad Democrática, Henrique Capriles, a quien superaba, con un 55,7 por ciento, por 11 puntos y casi 1,6 millones de sufragios.

Menos de seis meses después, tras la muerte del líder bolivariano, Nicolás Maduro lograba ante el mismo contendiente sólo el 50,61 por ciento. La diferencia fue de apenas 1,49 por ciento o algo menos de 235 mil votos sobre Capriles, quien inicialmente desconoció las cifras y alegó fraude. De aquella elección, que derivó en violentos incidentes y protestas opositoras, se cumplieron cuatro años y Venezuela incrementó desde entonces la magnitud de su crisis y sus niveles de tensión,  enfrentamiento y hambre.

Entre quienes gobiernan Sudamérica en la actualidad, sólo dos mandatarios debieron ir a balotaje, pero los ganaron con holgura: Michelle Bachelet en Chile, en 2013, y Tabaré Vázquez en Uruguay, en 2014. Ambos volvieron al gobierno tras un período fuera del poder, como prescriben las constituciones de sus países.

En cambio, la reelección inmediata de Juan Manuel Santos frente a Óscar Zuluaga, en Colombia, se logró con apenas el 50,75 por ciento de votos a favor, hace casi tres años. Otra nota de esos comicios fue la baja participación (47,89 por ciento) en un país con voto no obligatorio, sólo superada por la exigua afluencia del 41 por ciento en el balotaje de 2013 en Chile.

En Paraguay, que no tiene segunda vuelta y ahora discute un polémico proyecto para introducir la posibilidad de reelección presidencial en 2018, a Horacio Cartes le bastó un 45,81 por ciento de los votos de hace cuatro años para convertirse en jefe de Estado.

Evo, el más contundente

En medio de este panorama regional de contiendas cada vez más apretadas y mayorías acotadas, la gran excepción la encarna el presidente de Bolivia, Evo Morales. En un país que introdujo el balotaje en la Constituyente que promovió su primer gobierno, Evo ganó las elecciones de octubre de 2014 en primera vuelta, con el 61,36 por ciento de los votos. Su rival más cercano, Samuel Doria Medina, quedó 47,13 puntos atrás, lo que representa 1,9 millones de sufragios.

Sin embargo, un referéndum que debía decidir sobre la eventual postulación de Morales a un cuarto mandato en 2019 polarizó al país y el No se impuso en la consulta por 51,3 a 48,7 por ciento.

Con procesos históricos recientes que tienen aspectos comunes pero también particularidades en cada nación, los electorados de la región se dividieron en partes muy semejantes a la hora de dar su veredicto en las urnas.

Las hegemonías parecen cosa de otros tiempos y las mayorías pueden cambiar de signo y dueño de una votación a otra.

En este continente, cada quien tiene su grieta, que arrastra incluso desde antes de que irrumpieran liderazgos fuertes o gobiernos que algunos se entusiasmaron en llamar “progresistas” y otros denostaron como “populistas”.

La división actual en las urnas de Sudamérica no refleja siempre idénticas causas y efectos, ni se explica con la misma lógica.

Un ciclo electoral clave

Las elecciones del 2 de abril en Ecuador fueron las primeras de tres presidenciales previstas para 2017 en Latinoamérica.

 Para noviembre, con posible balotaje en diciembre, está agendada la votación en Chile y también a fin de año Honduras elegirá presidente.

 Para 2018, están fijadas en calendario las elecciones presidenciales de cuatro países sudamericanos: Paraguay, Colombia, Brasil y Venezuela. También el año que viene están convocados comicios generales en Costa Rica y México.

 Para el politólogo Daniel Zovatto, el nuevo ciclo electoral será clave para ver las tendencias que toma la región o si hay una dirección clara. Argentina tiene, como es sabido elecciones parlamentarias, se renuevan 50 % de diputados, 50% de senadores, tanto nacionales como provinciales y  50 % de los concejos deliberantes. El Pro y Cambiemos como alianza que gobierna es un grupo de partidos que hasta ahora ha manifestado su lealtad al  presidente Macri.  La provincia no es ajena, tanto que senadores y diputados están analizando un proyecto enviado por Alfredo Cornejo sobre reformar la ley electoral. Tanto radicales como varios Justicialistas están de acuerdo en eliminar las llamadas «colectoras» y que sean los partidos los que diriman sus representantes para el voto popular. Además dicen que un 30 por ciento del electorado sufragará por sistema electrónico.

Luego de los oscuros años de los Gobiernos Militares, los vientos de las democracias en América Latina se van perfeccionando, lentamente. Salvo algunas excepciones como lo son Venezuela, Nicaragua y Cuba donde perciste el autoritarismo, el resto de los países van perfeccionando sus capacidades democráticas. Veremos que nos pasará durante este año electoral.

Por HÉCTOR ARIÑO

                                                           periodistaobservador@yahoo.com.ar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *