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Opinión

La difícil tarea de votar sin esperanza

Sin optimismo, no se vota, se vota en blanco o puede surgir un voto impensado. Mientras tanto, los unos y los otros, en sus respectivos amontonamientos, saben que lo que hoy la interna divide, si mañana no se convierte en suma, no deparará un buen resultado en noviembre

La pregunta que la sociedad argentina debe insistir en realizarse es tan simple como compleja su respuesta: ¿qué nos pasó? Recordaba Rodolfo Terragno a André Malraux cuando este aseveró que “cruzando los Andes, San Martín creó de la nada, una democracia”. No fue de la nada, fue desde la convicción, la planificación, desde su inquebrantable búsqueda del conocimiento y cómo plasmarlo en la realidad. Cruzar los Andes, con 16 piezas de artillería y 725 libros, es el principal eje de su hazaña e inmortalidad.

El apuro por adelantar el futuro que tiene la política nos lleva a pensar que (la política toda) sabe que es ella la que no tiene futuro. La gran pregunta es por qué entonces no cambia, no se resetea.

Juntos por el Cambio tuvo su semana fatal, en la cual hasta el hábil negociador Ernesto Sanz se las vio en figurillas para que el castillo de naipes -no nato- tenga chances de construirse. Abajo hay bronca.

Tal vez aquella frase del hoy presidente Alberto Fernández ,“sin Cristina no se llega, con Cristina no alcanza”, se ha convertido en el principal aporte a la política toda en Argentina. Los unos y los otros en sus respectivos amontonamientos, saben que lo que hoy la interna divide, si mañana no se convierte en suma -¿difícil no?-, no habrá un noviembre con buen resultado. Increíblemente la desconfianza de los componentes dentro de las coaliciones oficialista y opositora es al ADN que las alimenta.

La esperanza está ausente, nadie la plantea con bases sólidas. Y sin esperanza, no se vota, se vota en blanco o puede surgir un voto impensado. Seis de cada diez argentinos no confían en la política. El 25% no quiere contestar una encuesta.

En el 2019 un trabajo de la consultora del Licenciado Eduardo D’Alessio mostraba que el top ten de las preocupaciones, según el voto, lo encabezaban la inflación, seguido por la inseguridad y delincuencia, incertidumbre económica y en el cuarto lugar la falta de propuestas políticas para el crecimiento. Dice D’Alessio que “los temas que preocupan a la población han estado hasta ahora fuera de la agenda electoral”. “La inflación que afecta predominantemente a los sectores medios y bajos así como la inseguridad, conforman el combo que hoy más afecta a los argentinos. El discurso político de pugna entre candidatos que ha predominado en las últimas semanas explica la apatía. Sorprende que el temor al contagio de la pandemia se sitúe detrás de los temas económicos e inseguridad”, agrega. Argentina va mutando la categoría de indecisos por la de indiferentes. ¿La política no lo ve? Si no lo ve, es probable que en poco tiempo lo sienta.

El cepo a la exportación de carne sigue sin levantarse. La Mesa de Enlace sólo realizará encuentros regionales de protesta. El proyecto reactivador de mano de obra del CAA sigue a la espera de ser visto por el ministro Guzmán. El ministerio de Defensa espera la asunción de Jorge Taiana. El ministerio de Desarrollo Social espera la asunción de otro intendente, Juan Zabaleta. Entre paréntesis, el Gobierno del presidente cae en bancarrota. Mientras tanto, la bronca de ciertos dirigentes de la CGT, por no ser contenidos por el gobierno, los lleva a impulsar para el próximo 17 de octubre una gran marcha, cuya consigana se traduciría así “los trabajadores a la calle porque el gobierno nos ignoró”. Todo indica que pocos días después, se habla del 22 de octubre, la CGT buscará su normalización.

Dos provincias muestran sus fracturas externas políticas. Buenos Aires, donde Juntos mostró todo. Donde a Facundo Manes, Diego Santilli lo corre con Posse, Nosiglia y Lousteau, buscando que este último sea en el 2023 el reemplazante de Rodríguez Larreta.Tambien esta Mendoza entre bambalinas, con denuncia cruzadas en la justicia electoral, todos contra todos, los mendocinos igual que el resto del país espera que alguien hable de futuro.

Hay una sociedad que camina arrastrando sus pies, signo claro de depresión o desesperanza, y sus hijos no sueñan con el futuro, cuando las maestras le preguntan que les gustaría ser cuando sean grandes: ya no dicen maestra, bombero, astronauta, futbolista… Sólo dicen nada.

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